- ¿Qué viste? ¿A ver? ¡Si yo no hice nada!. Contestó indignada Susanita.
- Vos sabés lo que hiciste y Dios también. Te lo digo como amiga, podés arreglarlo si querés.
Susanita se dio media vuelta y se fue ofendida a charlar con las demás compañeras y a criticar a Monina.
Monina pensó que tal vez hubiera preferido no ver, no meterse en el tema, no participar. Pero la realidad es que había visto a su amiga Susanita sacar la plata de Gustavito. Eso era un hecho, no había vuelta atrás si su amiga no cambiaba de actitud. De todas maneras decidió guardar silencio y rezar para que su amiga se arrepintiera y reconociera el daño que había causado. Monina aprovechó que había un grupo de chicos de 4to grado que estaban por hacer la Primera Comunión y le pidió a su maestra, la seño Marcela que la dejase ir con ellos a la capilla a rezar. Allí frente al Sagrado Corazón de Jesús pidió por su compañera. Temía no poder seguir la amistad si ésto no se revertía pronto.
Se encontró Monina con la catequista de 4to grado que justo estaba explicando a los chicos lo bueno que es Dios y las oportunidades que nos da en la reconciliación desde la creación del mundo hasta ahora.
El pecado nos aparta de Dios
A veces sentimos la tentación de hacer el mal, de no amar a Dios y dejamos de seguir sus enseñanzas. Recordarás que eso fue lo que les pasó a Adán y Eva en el Paraíso cuando les tentó la serpiente y desobedecieron a Dios. Así cometieron el pecado original con el que nacemos todos.
Con frecuencia hacemos obras buenas: obedecemos a nuestros padres, ayudamos a los demás, rezamos, trabajamos, etc. Pero también, en otros momentos, nos portamos mal y pecamos.
Pecar es decir "no" a Dios, no hacerle caso.El pecado nos aparta de Dios, pero él es tan bueno que nos perdona: con el Sacramento de la Penitencia o Reconciliación nos da su perdón y su amistad.
El pecado original | Cómo agradamos a Dios | Nos portamos mal |
Si hacés clik debajo de los dibujos verás una linda historia!!No te la pierdas!!Vas a querer más a Dios!!! Te convencerás de que Dios es bueno!!!Besos Paz
A todo ésto Susanita estuvo nerviosa el resto de la mañana y cuando vino el transporte escolar a buscarla, salió corriendo sin despedirse de nadie. En la corrida se llevó puesto a Gustavito que miraba hacia el portón a ver si veía a su mamá. No le pidió disculpas y siguió su loca carrera hasta desaparecer en la combi que la esperaba llena de alumnos de todos los colegios de la zona.
Al llegar a su casa, su mamá todavía no había llegado. Susanita tomó un vaso de leche y se puso a ver televisión.Su mamá llegó tarde. En general llegaba tarde porque tenía una larga jornada de trabajo en Capital Federal y el viaje de vuelta a casa era muy largo. Saludó a Susanita,que estaba mirando fijo la pantalla de la TV con una inmensa cantidad de golosinas en la falda.
- Hola Susanita, ¿Cómo te fue en el colegio?
- Mmmmmmmmmm bien mami.
- Te tpmaron la prueba de Sociales.
. No. Al final la pasaron para el lunes que viene.
- Entregaste la autorización para el paseo.
. Si, se la di a la seño.
. Susanita... ¿de dónde sacaste esa cantidad de caramelos y chupetines?´
.Ehhhh.... yo no los robé!!!
- Pero, no te dije eso. ¿Por qué me respondés asi? ¿Tenés algo que contarme?
Susanita la miró medio asustada y luego bajó la vista...
Su mamá volvió a preguntarle ¿Por qué me decís que no los robaste?
Continuará...
4 de octubre, día de San Francisco de Asís
Pero...¿Qué estaba pasando con la niña que había robado los 10 $ de la cartuchera del pobre Gustavito?
Durante el recreo, después de haber metido mano en la cartuchera de Gustavito en pleno lío, Susanita disimuladamente salió tocándose las palmas de las manos contra el billete que ocultaba y entró al quiosco a comprar golosinas. Se compró una enorme cantidad de caramelos y chupetines y se llenó los bolsillos del Polar hasta reventar. Comió un caramelo de dulce de leche y se fue con el botín a jugar con las otras chicas. La invitaron a saltar a la soga pero dijo que no. Temía que se notara la cantidad de caramelos que guardaba apretados en el bolsillo con los puños entrecerrados. Se quedó mirando como saltaban sus amigas, incluso después de un rato le convidó a Monina un caramelo de limón.
Monina desenvolvió el caramelo lentamente y miró a Susanita con ojos de desaprobación.
- ¿Por qué me mirás así Monina?
- Te miro como quiero. Respondió Monina molesta y algo desafiante.
- No me gusta que me mires así, ¿te gustó el caramelo?
- Sip
- ¿Nada más vas a decirme? Insistió Susanita y siguió: - ?Qué te pasa Monina?
- Es que te vi...
Continuará...
2 de octubre del 2011, día de los ángeles custodios
Como les venía contando, cuando la seño Marcela, salió a buscar más papel para armar guirnaldas, los chicos de 5to aprovecharon para hacer lío en la clase. Empezaron cantando, después gritando, hasta que el bochinche era tan grande que la seño de 3er grado se tuvo que asomar a poner orden.
El problema es que en medio del desorden uno de las compañeras de Monina, aprovechó para robar de la cartuchera de Gustavito, el mejor alumno, 10 $ que le había dado la mamá para comprarse un alfajor en el quiosco y para unas fotocopias de catequesis.
Al salir al recreo, Gustavito buscó en su cartuchera el dinero y pensó que se habría equivocado, entonces se fijó en la mochila, en sus bolsillos, entre sus carpetas, libros, en el locker y nada!! La plata no aparecía.
Salió al recreo algo desconcertado y no dijo nada a la seño, ni a nadie. Cuando llegó a su casa, la mamá le preguntó si había traído las copias para estudiar y ahí Gustavito, muy nervioso, se puso a tartamudear.
- Ma má me me pa re ce que me ro ro ba ron en el co le..
Y se puso colorado.
La mamá trató de tranquilizarlo y preguntó:
- Pero, Gus, ¿dónde tenías el dinero?
.- En en la car tu che ra...
- ¿Seguro?
- Sí, i gual la bus qué en to das par tes...
- ¿Se lo dijiste a tu seño?
. No, no me animé...
- Cuando te pasa algo así, querido Gus, conviene que enseguida decirlo a tu maestra!
- Es que no me an ni mé!!
- Bueno Gus, ésto es muy grave, que haya un ladrón en el aula es muy grave! Voy a mandar una nota, para que tu señorita hable con los chicos a ver si toman conciencia de la gravedad que tiene el quedarse con algo ajeno!! Gus, el problema no son 10$, el verdadero problema es que haya alguien con quién compartís tu día que esté dispuesto a robar sabiendo que está causando un daño a otro. Te repito, el dinero no es el problema, el problema es la acción en sí misma!! El que roba a la larga si no despierta su conciencia se acaba conviertiendo en ladrón!!
- Gracias mamá! Haceme la nota y mañana se la doy a la seño. Espero que los chicos no se la agarren conmigo por denunciar lo que me pasó. Son muchas las veces que "desaparecen" cosas y nadie se anima a hablar.
Ya Gustavito, más tranquilo había vuelto a hablar de corrido, y se fue a jugar un rato con sus hermanos a las canchitas de la esquina de su casa...
Pero en la noche a Gustavito le costaba dormir, entonces su hermanita menor le cantó una canción que había aprendido en el Jardín y que cantaba cuando ella no podía dormir .
Continuará...
28 de septiembre del 2011
En el mes de mayo, los chicos de 5to tenían que preparar guirnaldas para el acto del 25. El año anterior habían tenido que preparar muchas más cosas porque se habían festejado los 200 años de la independencia argentina. Mientras hacían todas las decoraciones con papel creppé celeste y blanco, empezaron a recordar la galería de héroes que habían armado en el 2010.
Monina comentó, que a ella le encantaba la historia de Juan Bautista Cabral, el soldado que había cubierto a San Martín con su propio cuerpo para detener la bayoneta realista. Al recordar la historia empezaron a cantar la marcha de San Lorenzo. Cada vez cantaban más fuerte y entusiasmados.
Entonces Pedro, que era de los más pícaros de la clase, empezó a marcar el ritmo con una de las reglas que había quedado después de la hora de matemáticas, más precisamente en la hora de geometría. Esta idea de Pedro, le dio la idea a Santi de golpear una lata que había como tacho de basura con un zapato. Entonces todos de a uno fueron agarrando útiles y empezaron a golpear los bancos, las sillas y en un momento la clase se transformó en un jolgorio.
Todo esto sucedió porque la pobre señorita Marcela, que como ya les expliqué era muy nueva en el colegio y no tenía demasiada experiencia con el manejo de los alumnos, había salido a buscar más papel a la biblioteca para hacer más guirnaldas y les había pedido que siguieran fabricándolas en silencio. Lo que no había tenido en cuenta la señorita era lo movedizos que eran, sobre todo los varones de la clase, aunque también algunas de las chicas, incluída Monina que era en armar lío.
En eso apareció en la puerta la señorita Pamela, de 3er grado y los hizo callar.
Cuando volvió con los rollos la señorita Marcela, ya todos trabajaban como si nada hubiera pasado. Pero en ese rato, en medio del lío, uno de los chicos había aprovechado para sacarle a Gustavito, el mejor alumno de 5to, de su mochila; el dinero que tenía, para comprar un alfajor en el recreo. En ese momento quiero contarles que nadie se dio cuenta, ni siquiera el mismo Gustavito.
Continuará...
...........................................................................................................................27 de septiembre del 2011
Pasó marzo, pasó abril y los chicos, perseguían a Celita, para que les contara la continuación de El pájaro azul. Por fin lograron encontrarla sin tanto trabajo que hacer, y los invitó al taller para arreglar unas palmeras del escenario del teatrito del colegio que habían roto en una guerra de proyectiles y aerosoles hechas en un descuido de su maestra.
Los compañeros de Monina eran buenos, lo que pasaba es que eran muchos varones y había algunos muy traviesos y generalmente discutían todos los límites que se les pusieran. Estaban acostumbrados a salirse con la suya, a quedarse con la última palabra. Les faltaban, evidentemente muchos modales.
Como hubiese dicho mi abuela: "Estos chicos habría que dejarlos un mes en lo de la Condesa Chicoff a ver si aprenden modales" decía la señorita Marcela, agarrándose las manos con fuerza, con las cejas en el pelo, y la voz trémula; después de discusiones interminables en el patio del recreo.
La maestra estaba empeñada en "sacarlos buenos", pero la tarea le resultaba de relojería, debido a los diversos criterios que se manejaban en la materia dentro de la escuela y entre los padres. Éstos se quejaban constantemente, amenazando con denuncias a inspección que al final no sucedían, pero que tenían en jaque a la pobre Señorita Marcela . En febrero se había estrenado en el nuevo colegio y su falta de experiencia, debido a que había egresado del magisterio hacía sólo un año, le traían toda clase de dolores de cabeza.
Pero volvamos al taller, a Celita, a los chicos reparando las palmeras y a la segunda parte del cuento de El pájaro azul.
PARTE II
Lo primero que sintieron al entrar al bosque fue la diferencia de temperatura. El aire fresco y el olor a resina llenaron sus pulmones como un tónico.
De a poco los ojos de los niños se fueron acostumbrando a una luz mínima, casi la penumbra total, hasta que las formas de muchos troncos se fueron dibujando alrededor. Cortezas gruesas y viejas, árboles jóvenes y flacos, flexibles y pequeños. Debajo de sus pies muchísima pinocha y hojas de abedul.
- ¿Para dónde vamos? preguntó Teresita tratando de adivinar el pensamiento de Fredi, quien no quiso mostrar sus dudas al responder:
- Hacia delante, por supuesto.
Así se abrieron camino uno detrás del otro, oyendo durante un rato únicamente el ruido de sus pasos quebrando la pinocha.
- Fred, te acuerdas que en el cuento de “El Mago Carrasclás” había un árbol que hablaba y guiaba a dos duendes perdidos en un bosque?
- Sí, tenés razón, era un árbol hueco.
- Me parece que acabamos de pasar uno así, allá atrás…
- A ver, veamos.
Volviendo sobre sus pasos encontraron, efectivamente, un árbol hueco, viejísimo, idéntico al de la lámina del cuento de la abuelita. Teresita se animó al ver el parecido.
- ¡Para hacerlo hablar hay que tirarle de la nariz, porque estos árboles siempre duermen!
Teresita, muy excitada, casi arranca una rama corta con tres hojas, que ella ni dudó que fuera la nariz. En seguida se oyó un quejido como el crepitar de la leña, quejido que sólo un árbol puede hacer.
- ¡Bestia! vas a arrancarme la nariz ¿No sabes respetar a las plantas mayores?
- Perdón, perdón, mamá siempre me dice que soy una falta de control, solamente queríamos despertarlo.
Teresita se puso colorada hasta el pelo.
- Necesitamos su ayuda, dijo Fred en un tono suplicante.
- Estamos en medio del bosque encantado y no tenemos idea de dónde hallar al Pájaro Azul…
- Mmm, dijo el árbol como si tomara su tiempo, e hizo unos minutos de silencio.
- Primero necesitan aprender buenos modales: buenas tardes y sus nombres, por favor…
- Ah, si, perdón, yo soy Fredi Raad y ella es mi hermana Teresita. Nuestra Hada Madrina nos dio acceso a este lugar, muy buenas tardes; Fred hizo una pronunciada reverencia con la cabeza y el brazo como recordaba que hacia el Gato con Botas al Marqués de Carrabáz
- Necesitamos nos informe cómo hacer para dar rápido con el Pájaro Azul.
El árbol volvió a hacer silencio y su voz centenaria contestó:
- Si, no hay duda de que vienen del siglo XXI, a juzgar por esa acelerada ansiedad. En los cuentos de antes los niños se tomaban su tiempo para encontrar lo que querían, había que pasar situaciones felices y dramáticas que llevaban por lo menos dos o tres tomos, con largas descripciones y diálogos interminables. Pero ahora todo se resuelve en cuentos cortos, deben tener por lo menos tres horas por día de televisión desde que tenían dos años ¿O me equivocó?
Fred recordó con nerviosidad el plazo de una hora que les había dado el Hada pero no dijo nada.
- Además, señoritos, esa falta de modales, propia de la gente apurada…
Teresita, viendo que el discurso se prolongaba tosió un poquito. El árbol siguió.
- Bien, mmm, pero toda pregunta hecha a un vegetal hay una respuesta vegetal. El Pájaro Azul se alimenta de zarzamora, y ese es el secreto para encontrarlo. Estamos en época, así que tienen suerte, sólo que las de fruta más sabrosa están detrás de la verja negra, donde empieza el dominio de la Princesa Kirducal, una Princesa de verdad pero venida a menos, ya que dejó invadir su precioso jardín con esa plaga de zarzas. Tiene un humor imposible de prever. Si la encuentran de buen talante, los va a hacer pasar y les va a dar de tomar el te. Si es uno de sus días negros, no creo que puedan contar el cuento. Tiene una mirada fulminante, capaz de transformar al niño más lindo en un insecto. Pero si el Hada Madrina los hizo venir, creo que la van a vencer. Mucha suerte y déjenme dormir.
- Un momento, un momento, dijo Fred con inquietud, ¿hacia dónde tenemos que ir?
- Lo mejor es que se alíen con una ardilla buena, de esas que comen de la mano y creo que nada más. Que descansen…
El árbol se silenció y los niños no se animaron a volverlo a despertar. Ya tenían datos suficientes para el próximo paso.
Arriba, justo de sus cabezas, varias colas de ardillas danzaban entre las ramas.
Continuará...
24 de septiembre del 2011
Así fueron pasando los días del mes de marzo, el 21 llegó el otoño. Dibujaron en sus carpetas un árbol deshojándose con las hojas doradas. Monina le preguntó a su maestra por qué los árboles perdían las hojas justo cuando empezaba el frío y necesitaban más abrigo.
La maestra le contestó una respuesta más bien científica, porque era la de Ciencias Naturales; y le explicó el tema de los árboles con hojas perennes y los árboles con hojas caducas. A Monina le interesó la explicación pero quería saber más.
Cuando llegó a su casa le preguntó a su abuela por qué los árboles perdían las hojas con el frío. Su abuela la miró con sus ojos claros como el cielo, enrojecidos por la edad y tomándola de la mano le habló de la muerte y sus misterios. Le dijo que en la vida había ciclos, muy sabios por cierto pero muy dolorosos para el alma humana. Entonces hizo una reflexión:
- Mirá Monina, las hojas caen cuando pareciera que los árboles más las necesitan. Tu abuelo se fue cuando a mí me parecía que yo estaba más frágil y que más lo necesitaba. Todavía pienso que es muy duro que se haya ido. Las leyes de la naturaleza en su profundidad sólo las sabe nuestro creador. Mirá Monina, lo único que te puedo decir es que Dios es bueno, Dios nos ama, Dios no haría nada ni dejaría que nos pase nada sin que eso; que nos da alegría, o que nos hace sufrir; sea para nuestro crecimiento y nuestra felicidad plena junto a Él en el cielo. Es un enorme misterio, no lo vas a encontrar en los libros, sólo en la experiencia del sentirte amada por los que te aman, y en el sentirte amada por Dios.
Monina se fue pensando lo que le había dicho su abuela. Tampoco comprendió todo, pero le quedó la certeza de que Dios es bueno.
Después llamó a Tati y le pidió la tarea de Geometría. La copió y se puso a jugar a la soga cantando una canción.
Continuará...
..........................................................................................................................
17 de septiembre del 2011
Celita sabía mil historias, los chicos del colegio lo sabían muy bien. Monina y sus amigas se sentaron muy quietitas con las orejas desplegadas y los ojos como platos. Entonces Celita empezó con voz de cuento, este maravilloso cuento:
El Pájaro Azul PARTE I
Esta es la historia de dos niños que vivían muy aburridos. El papá y la mamá trabajaban, así que ellos quedaban a merced de la televisión, la cual, poco a poco los fue sumergiendo en la inercia y el tedio, dos enemigos mortales de los niños. Ya casi no tenían imaginación y si llegaba a haber un corte de luz la situación era desesperante. ¡No sabemos qué hacer! ¡La vida es un opio! Recordaban con nostalgia la época en que su Abuelita les contaba cuentos, si, la abuela era una persona muy especial, llena de relatos misteriosos y de finales felices donde los niños abandonados encontraban hogar y las princesas se casaban con príncipes de lejanos países, donde los ogros y los enanos malignos nunca triunfaban y siempre se hacía justicia con seres débiles y oprimidos ¡si viniera la abuelita!
En el piso de más arriba, allí donde las puertas se cerraban con llave, estaba el cuarto que había sido de la abuela, y el hecho de no poder ir allí hacía de esa puerta de la casa una zona de interés.
Así fue como un día de lluvia por la tarde hubo un fatal corte de luz ¡Qué angustia existencial! El tiempo no se pasaba más para Fredi y Teresita.
- Fredi, me siento aburrida ¿Qué podemos hacer?
- No me preguntes porque no se me ocurre.
- Fredi, quisiera ser feliz como cuando vivía la abuelita.
Fredi ya tenía la idea en la cabeza pero no se animaba a decirla.
¿Y si subiéramos al cuarto de la abuelita?
Hacía tantos años que estaba cerrado…
Al fin se animó y se lo dijo a Teresita. Ella sintió un escalofrío de la emoción. Sabía que era un sitio vedado. Su corazón siempre había quedado en ese cuarto, ahora bajo llave.
Pero si Fredi se animaba, ella lo seguía.
No hay más que buscar en el ropero de Papá, allí donde se guardan las cosas de valor.
Prendieron una vela y con un vaso improvisaron un candelero.
Así, casi sin respirar, llegaron a la puerta superior de un roperón, en donde encontraron lo que buscaban y sin hablar una palabra comenzaron a subir la escalera crujiente que daba al cuarto de la abuela.
- Fredi, tengo miedo.
- No va a pasar nada.
La vela iluminó la enorme habitación y empezaron a reconocer cosas famosas: la silla de hamaca, la cama de madera de roble con formas talladas en la cabecera, la lámpara de pie, que cuando se prendía daba una luz cálida muy típica, la biblioteca que antes les parecía inmensa, con algunas muñecas de porcelana, como salidas de uno de los cuentos…
Todo estaba bastante sucio, con polvo de años acumulado y hasta algunas telarañas daban testimonio del paso del tiempo.
- Fredi, extraño a la abuelita.
- Yo también.
- Podríamos fijarnos en sus libros, de esos verdes y dorados, de donde nos contaba cuentos…
- Si, voy a acercar la vela.
- Cuidado Fred, que no se queme nada.
Así fueron revisando los lomos y los nombres les traían recuerdos maravillosos: La Bella y la Bestia, La Niña de Oro, Pulgarcito, El País de Irás pero no Volverás, Monicaco, Lo que sabía mi Loro, Cuentos de Calleja…
- Aquí hay uno que parece divertido, dijo Fredi, lleno de emoción y sacó un tomo bien pesado de lomo de cuero marrón oscuro, muy gastado: Manual de Hadas Madrinas.
- ¡Qué lindo! ¡Abuelita decía que todos tenemos un Hada Madrina!
Pusieron el libro sobre la mesita redonda y allí empezaron a husmear: “Origen europeo de la Hadas Madrinas”, “Hadas Madrinas que fueron famosas”, “Lucha entre las Hadas Buenas y las Hadas Malignas”, “¿Cómo convocar a un Hada Madrina?”
- Esto es lo que tenemos que hacer, llamar a nuestra Hada Madrina, así que abrieron el libraco en la página 103.
“¿Cómo convocar a un Hada Madrina?, fórmulas simples pero siempre vigentes.” Los niños leyeron la lista y eligieron una bien cortita, para lo cual se necesitaba estar parado en una silla y dar dos vueltas sobre ella parado en un solo pie.
- Me voy a marear, dijo Fredi, quien tomó la responsabilidad de hacer aparecer al Hada Madrina.
- Ella nos va a ayudar - dijo Teresita más alentada.
De esta manera la fórmula fue seguida paso a paso y en su punto final una luz celeste de creciente intensidad fue inundando el cuarto de la Abuela.
- ¡¡Ya viene, ya viene!! Si, era algo mágico, maravilloso y de repente, allí estaba, desperezándose, una preciosa Hada de bucles rubios y ojos celestes, como la luz que la envolvía.
- ¿Quién me llama después de tantos años?, ¿quién se acuerda todavía de nosotras?
- Perdón que hallamos interrumpido sus sueños, ocurre que estamos muertos de aburrimiento, somos dos niños profundamente infelices. Mi nombre es Fredi y mi hermana se llama Teresita.
El Hada los miró muy apenada y comprendió enseguida la situación.
- ¿Son niños del siglo XXI, verdad?
- Sí, así es.
- Bueno queridos míos, siempre que alguna de nosotras era llamada, hablo hace mucho tiempo, debíamos procurar, a quienes nos necesitaban, aquello que les proporcionaba alegría y contento, podía ser un juguete o un vestido de fiesta precioso, o unos caramelos o un viaje encantador, pero lo que ustedes me piden es directamente la felicidad y, por lo tanto, tienen que saber que el pájaro azul es la felicidad.
- ¡El pájaro azul! Aclamaron los dos chicos a la vez
- Si, queridos niños, se trata de que ustedes encuentren al pájaro azul.
- ¿Y qué tenemos que hacer?
Preguntó Fredi lleno de impaciencia.
Pues bien, primero hay que hacer aparecer la puerta del Bosque Encantado, puerta que sólo aparece si no me olvidé la varita mágica.
El Hada revolvió sus bolsillos en un etéreo vestido y por suerte dio con ella, finita, larga y de color celeste.
- ¡Ahora las palabras mágicas!... ¡¡Ting!! y sobre la pared apareció una puerta negra con una cerradura muy grande.
- Lo único que por favor les recomiendo es que al pasar por la puerta no se les ocurra cerrarla, sino no volverán a ver a sus padres, quedarán para siempre en el país de la fantasía.
- ¡Qué horror! dijo Teresita bastante asustada.
- No tengas miedo, pero tienen que saber que conseguir el Pájaro Azul tiene sus riesgos.
- Nos vamos a animar – dijo Fredi ya totalmente decidido.
- Bien, todavía falta la red mágica para lo cual dos golpes de varita mágica bastarán, ahí va…
Y, efectivamente, a los dos golpes de varita apareció una red de oro deslumbrante que el Hada depositó en manos de Fredi.
- Con esta red podrán atrapar al Pájaro Azul y traerle hasta aquí. Y con esta llave cuadrada podrán abrir la puerta mágica, pero atención: cuentan con una hora nada más, ya que después de ese lapso la puerta comenzará a cerrarse sola y no podrán ver más a sus papás…
- Si, ya sabemos, queremos ir yendo, vamos Teresita, el Pájaro Azul nos hará felices para siempre.
Entonces, como dos avecillas que emprenden vuelo, partieron los niños tomados de la mano, dejando tras de sí la puerta abierta.
El Pájaro Azul PARTE I
Esta es la historia de dos niños que vivían muy aburridos. El papá y la mamá trabajaban, así que ellos quedaban a merced de la televisión, la cual, poco a poco los fue sumergiendo en la inercia y el tedio, dos enemigos mortales de los niños. Ya casi no tenían imaginación y si llegaba a haber un corte de luz la situación era desesperante. ¡No sabemos qué hacer! ¡La vida es un opio! Recordaban con nostalgia la época en que su Abuelita les contaba cuentos, si, la abuela era una persona muy especial, llena de relatos misteriosos y de finales felices donde los niños abandonados encontraban hogar y las princesas se casaban con príncipes de lejanos países, donde los ogros y los enanos malignos nunca triunfaban y siempre se hacía justicia con seres débiles y oprimidos ¡si viniera la abuelita!
En el piso de más arriba, allí donde las puertas se cerraban con llave, estaba el cuarto que había sido de la abuela, y el hecho de no poder ir allí hacía de esa puerta de la casa una zona de interés.
Así fue como un día de lluvia por la tarde hubo un fatal corte de luz ¡Qué angustia existencial! El tiempo no se pasaba más para Fredi y Teresita.
- Fredi, me siento aburrida ¿Qué podemos hacer?
- No me preguntes porque no se me ocurre.
- Fredi, quisiera ser feliz como cuando vivía la abuelita.
Fredi ya tenía la idea en la cabeza pero no se animaba a decirla.
¿Y si subiéramos al cuarto de la abuelita?
Hacía tantos años que estaba cerrado…
Al fin se animó y se lo dijo a Teresita. Ella sintió un escalofrío de la emoción. Sabía que era un sitio vedado. Su corazón siempre había quedado en ese cuarto, ahora bajo llave.
Pero si Fredi se animaba, ella lo seguía.
No hay más que buscar en el ropero de Papá, allí donde se guardan las cosas de valor.
Prendieron una vela y con un vaso improvisaron un candelero.
Así, casi sin respirar, llegaron a la puerta superior de un roperón, en donde encontraron lo que buscaban y sin hablar una palabra comenzaron a subir la escalera crujiente que daba al cuarto de la abuela.
- Fredi, tengo miedo.
- No va a pasar nada.
La vela iluminó la enorme habitación y empezaron a reconocer cosas famosas: la silla de hamaca, la cama de madera de roble con formas talladas en la cabecera, la lámpara de pie, que cuando se prendía daba una luz cálida muy típica, la biblioteca que antes les parecía inmensa, con algunas muñecas de porcelana, como salidas de uno de los cuentos…
Todo estaba bastante sucio, con polvo de años acumulado y hasta algunas telarañas daban testimonio del paso del tiempo.
- Fredi, extraño a la abuelita.
- Yo también.
- Podríamos fijarnos en sus libros, de esos verdes y dorados, de donde nos contaba cuentos…
- Si, voy a acercar la vela.
- Cuidado Fred, que no se queme nada.
Así fueron revisando los lomos y los nombres les traían recuerdos maravillosos: La Bella y la Bestia, La Niña de Oro, Pulgarcito, El País de Irás pero no Volverás, Monicaco, Lo que sabía mi Loro, Cuentos de Calleja…
- Aquí hay uno que parece divertido, dijo Fredi, lleno de emoción y sacó un tomo bien pesado de lomo de cuero marrón oscuro, muy gastado: Manual de Hadas Madrinas.
- ¡Qué lindo! ¡Abuelita decía que todos tenemos un Hada Madrina!
Pusieron el libro sobre la mesita redonda y allí empezaron a husmear: “Origen europeo de la Hadas Madrinas”, “Hadas Madrinas que fueron famosas”, “Lucha entre las Hadas Buenas y las Hadas Malignas”, “¿Cómo convocar a un Hada Madrina?”
- Esto es lo que tenemos que hacer, llamar a nuestra Hada Madrina, así que abrieron el libraco en la página 103.
“¿Cómo convocar a un Hada Madrina?, fórmulas simples pero siempre vigentes.” Los niños leyeron la lista y eligieron una bien cortita, para lo cual se necesitaba estar parado en una silla y dar dos vueltas sobre ella parado en un solo pie.
- Me voy a marear, dijo Fredi, quien tomó la responsabilidad de hacer aparecer al Hada Madrina.
- Ella nos va a ayudar - dijo Teresita más alentada.
De esta manera la fórmula fue seguida paso a paso y en su punto final una luz celeste de creciente intensidad fue inundando el cuarto de la Abuela.
- ¡¡Ya viene, ya viene!! Si, era algo mágico, maravilloso y de repente, allí estaba, desperezándose, una preciosa Hada de bucles rubios y ojos celestes, como la luz que la envolvía.
- ¿Quién me llama después de tantos años?, ¿quién se acuerda todavía de nosotras?
- Perdón que hallamos interrumpido sus sueños, ocurre que estamos muertos de aburrimiento, somos dos niños profundamente infelices. Mi nombre es Fredi y mi hermana se llama Teresita.
El Hada los miró muy apenada y comprendió enseguida la situación.
- ¿Son niños del siglo XXI, verdad?
- Sí, así es.
- Bueno queridos míos, siempre que alguna de nosotras era llamada, hablo hace mucho tiempo, debíamos procurar, a quienes nos necesitaban, aquello que les proporcionaba alegría y contento, podía ser un juguete o un vestido de fiesta precioso, o unos caramelos o un viaje encantador, pero lo que ustedes me piden es directamente la felicidad y, por lo tanto, tienen que saber que el pájaro azul es la felicidad.
- ¡El pájaro azul! Aclamaron los dos chicos a la vez
- Si, queridos niños, se trata de que ustedes encuentren al pájaro azul.
- ¿Y qué tenemos que hacer?
Preguntó Fredi lleno de impaciencia.
Pues bien, primero hay que hacer aparecer la puerta del Bosque Encantado, puerta que sólo aparece si no me olvidé la varita mágica.
El Hada revolvió sus bolsillos en un etéreo vestido y por suerte dio con ella, finita, larga y de color celeste.
- ¡Ahora las palabras mágicas!... ¡¡Ting!! y sobre la pared apareció una puerta negra con una cerradura muy grande.
- Lo único que por favor les recomiendo es que al pasar por la puerta no se les ocurra cerrarla, sino no volverán a ver a sus padres, quedarán para siempre en el país de la fantasía.
- ¡Qué horror! dijo Teresita bastante asustada.
- No tengas miedo, pero tienen que saber que conseguir el Pájaro Azul tiene sus riesgos.
- Nos vamos a animar – dijo Fredi ya totalmente decidido.
- Bien, todavía falta la red mágica para lo cual dos golpes de varita mágica bastarán, ahí va…
Y, efectivamente, a los dos golpes de varita apareció una red de oro deslumbrante que el Hada depositó en manos de Fredi.
- Con esta red podrán atrapar al Pájaro Azul y traerle hasta aquí. Y con esta llave cuadrada podrán abrir la puerta mágica, pero atención: cuentan con una hora nada más, ya que después de ese lapso la puerta comenzará a cerrarse sola y no podrán ver más a sus papás…
- Si, ya sabemos, queremos ir yendo, vamos Teresita, el Pájaro Azul nos hará felices para siempre.
Entonces, como dos avecillas que emprenden vuelo, partieron los niños tomados de la mano, dejando tras de sí la puerta abierta.
-Celita porfi, seguinos contando!! Dijeron los chicos a coro. (En el interín se habían sumado los varones!! -El cuento sigue... pero ahora vayan a clase!!! Continuará... ----------------------------------------------------
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