jueves, 17 de noviembre de 2011

Chicos...para pensar y proponérselo!!! Por un mundo mejor!Por Martín Descalzo

‎24 pequeñas maneras de amar:

-Aprenderse los nombres de la gente que trabaja con nosotros o de los que nos cruzamos en el ascensor y tratarles luego por su nombre.
- Estudiar los gustos ajenos y tratar de complacerles.
- Pensar, por pri ...
ncipio, bien de todo el mundo.
... - Tener la manía de hacer el bien, sobre todo a los que no se la merecerían teóricamente.
- Sonreír. Sonreír a todas horas. Con ganas o sin ellas.
- Multiplicar el saludo, incluso a los semiconocidos.
- Visitar a los enfermos, sobre todo sin son crónicos.
- Prestar libros aunque te pierdan alguno. Devolverlos tú.
- Hacer favores. Y concederlos antes de que terminen de pedírtelos.
- Olvidar ofensas. Y sonreír especialmente a los ofensores.
- Aguantar a los pesados. No poner cara de vinagre escuchándolos.
- Tratar con antipáticos. Conversar con los sordos sin ponerte nervioso.
- Contestar, si te es posible, a todas las cartas.
- Entretener a los niños chiquitines. No pensar que con ellos pierdes el tiempo.
- Animar a los viejos. No engañarles como chiquillos, pero subrayar todo lo positivo que encuentres en ellos.
- Recordar las fechas de los santos y cumpleaños de los conocidos y amigos.
- Hacer regalos muy pequeños, que demuestren el cariño pero no crean obligación de ser compensados con otro regalo.
- Acudir puntualmente a las citas, aunque tengas que esperar tú.
- Contarle a la gente cosas buenas que alguien ha dicho de ellos.
- Dar buenas noticias.
- No contradecir por sistema a todos los que hablan con nosotros.
- Exponer nuestras razones en las discusiones, pero sin tratar de aplastar.
- Mandar con tono suave. No gritar nunca.
- Corregir de modo que se note que te duele el hacerlo.

La lista podría ser interminable y los ejemplos similares infinitos. Y ya sé que son minucias. Pero con muchos millones de pequeñas minucias como éstas el mundo se haría más habitable.

Martín Descalzo
Madridejos, 1930-Madrid, 1991) Sacerdote y escritor español. Periodista, dirigió las revistas Vida Nueva y Blanco y Negro. Su obra está impregnada de optimismo y esperanza evangélica. Es autor de novelas (La frontera de Dios, premio Nadal 1956; Lobos, perros y corderos, 1978), ensayos (Un periodista en el concilio, 1962-1965; Razones para la esperanza, 1984) y obras dramáticas (La hoguera feliz, 1962; A dos barajas, 1972; Las prostitutas os precederán en el reino de los cielos, 1986).

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