domingo, 28 de agosto de 2011

Juan De La Rodilla

Juan de la rodilla

       Había una vez, una anciana muy humilde. Ella vivía sola en una casita muy pequeña pero hermosa.
Su nombre era Olga, tenía ojos verdes, pelo gris, y siempre llevaba un pañuelo sobre su cabeza.
                                    Ella trabajaba recolectando maíz, alfalfa, soja etc. en un campito que había pertenecido a su  abuelo en épocas  pasadas.

                                    Ella había tenido un esposo llamado Francisco. Él era gentil, fiel, amable pero… en su país había habido una guerra muy triste hacía 20 años atrás y Francisco había sido obligado a combatir por su Nación. Combatió, lucho, se esforzó pero finalmente él murió.
                                   Francisco siempre, todos los domingos y miércoles le mandaba cartas a su esposa pero un miércoles la esperada carta no le llegó. Era porque lo habían encarcelado los ingleses.  Entonces ella, muy apenada,  esperó y espero hasta que un gran día de verano llegó el correo con una carta para ella. Esa carta decía:
             
                   Querida Olga:
                    Antes que nada, debo decirte que te amo. Pase lo que pase sé fuerte, no te rindas. Yo siento que nos podremos volver a ver algún día.
              No sé cuando, pero sé que lo haremos. Yo en este momento estoy escribiéndote esto desde las cárceles inglesas pero cada vez que el sol se refleje en tus hermosos ojos seré yo.  
                                                           Saludos cordiales Francisco”.

                                  Ella se emocionó al instante y se fue a su cama a tomarse una siesta hasta esperar el día en que Francisco volviera. Cuando despertó, no se encontró con Francisco sino que con su rodilla hinchada como un globo. Ella se puso hielo pero se hinchaba más, así siempre así, cada santo día. Pero un día de una gran tormenta ella estaba calentando la pava cuando ¡¡¡TUMB!!! Sintió un fuerte ruido que venía de su rodilla y algo se empezó a mover en su pierna. De repente salió de su rodilla inflamada un niño. Era hermoso, de pelo castaño, ojos verdes,
Y pesaría unos 2 kilos.

                              Ella del asombró no podía hablar y el bebé estaba llorando. Como tenía la taza en la mano le preparó leche caliente y se durmió. Ella decidió ponerle JUAN” por que era el nombre que más le gustaba a Francisco.
     Mientras ella envejecía Juan crecía y la ayudaba en su trabajo, a los 11 años de edad Juan paso de juntar trigo a pescar. Era uno de los pescadores niños más buenos. Luego a los 14, decidió ir a la escuela y si que era estudioso. Juan egresó y a los 20 años se fue a vivir a casa propia. Él, todas las noches, recordaba las historias de las cartas del papá aquellas que de niño le contaba la mamá.

                           Un día la madre enfermó y estaba muy débil y Juan la cuidó por dos o tres meses. Pero no fue suficiente ya tenía muchos años de edad, fue difícil, ella murió .
                          Juan muy apenado por el fallecimiento de su madre se fue a la ciudad y se encontró una novia se llamaba Catalina. Catalina era rubia, de ojos marrones, y era la hija del gran Cacho el héroe de la guerra.

                          Juan se casó con Catalina y tuvieron tres hijos: el más grande, fue llamado Francisco, la segunda fue llamada Olga y el tercero se llamó Felipe, todas las noches Juan les contaba a sus hijos los cuentos de las cartas de su padre y vivieron felices para siempre.
                                                                                 Fin.

 
 Autor: Felipe Otero Gasquet.

4 comentarios:

  1. feli esta re copado y muy divertido pero nos preguntamos como le va a salir un bebe de la rodilla!!!!!!

    valu y luz :) :)

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