El perrito fiel

Hachico, un perro fiel

                Esta historia que les cuento comienza en Japón. Es de un perrito de Japón y su dueño era un señor japonés. Hachico quería mucho a su dueño pero un día, vio como su amo lo metía en una caja, lo puso después en un camión. El camión fue directo al aeropuerto, luego lo pusieron en un avión y en el avión viajó directo a Estados Unidos.

                 Al llegar a tierras desconocidas otro señor lo bajó del avión y lo subió a un camión. El tema es que estaba mal puesta y la caja se cayó del camión, el perrito salió de la caja y el perrito se perdió. Andando por la ruta Hachico encontró un señor, el señor agarró al perro y se preguntó. ¿Este perrito, de quién será?

              Entonces lo llevó a su casa. Su esposa no quería perros. El señor lo guardó en un cuartito para que su esposa  no lo viera para dormir.

La esposa sintió un ruido y preguntó: ¿Qué es ese ruido?

El esposo respondió: No es nada.

La esposa encontró al perrito y gritó: UN PERRO!!!!!!!!!!!!!!!!!

El marido la convenció de que se quedara con ellos. La mujer dijo que sí pero le pidió que durmiera en el cuartito de las herramientas del jardín. El dueño le puso un cochón y un juguete de peluche en la casita.

                 Hachico se encariñó mucho con su dueño porque lo cuidaba y jugaban mucho juntos. Él era profesor de música y siempre cuando viajaba llevaba al perrito en un bolso en el tren para que no lo vieran porque  en los trenes no se permitían animales.

               Cuando el perrito creció ya no lo pudo llevar más en el bolso, entonces Hachico se escapaba de la casa y lo esperaba en la estación. Cuando el señor llegaba se ponía muy feliz.

               Un día en el trabajo el profesor tuvo un ataque al corazón. Nunca volvió. Su casa se vendió y fueron a vivir a ella nuevos dueños. Hachico se escapó. Entonces  se quedó en la estación mirando a ver si de algún tren bajaba su dueño. Esperó a su dueño muchos años, hasta que se puso viejito. Al fin se murió en el andén esperando.

Esta historia es real, la cuentan en Japón.



Santiago Crespo 6to año