Debajo de la baldosa
Lo que vi fue tierra húmeda con muchos bichitos. Volví a colocar la baldosa en su lugar. Caminé unos cuantos pasos más y sentía un temblor; como si hubiese un terremoto, pero provenía de la baldosa. Ni loca me acercaba a ella, pero algo la movió y me succionó para adentro de la abertura.
¡ZAS! Caí en una habitación blanca, con una puerta negra y vieja. Me sentía mal, volví a caer sobre el chichón del día anterior, pero ya me estaba acostumbrando. Entonces lo más desesperada intenté abrir la puerta, pero se abrió sola. Todo se veía de un color celeste medio azul. Lo único que alcancé a decir es que todo parecía muy extraño. De repente lo celeste...azul no sé qué, se empezó a mover. No lo podía creer ¡Era un Pitufo Gigante! ¡Y con rabia!
-¡AAAAAAAAHH!-grité yo con todas mis fuerzas.
-¡AAAAHHHHH!- grito el Pitufo Gigante.........con rabia.
-¿Qué dijiste?
-¿Qué dijiste?
-¡No me copies!
-¡No me!....okey!!
-¡AAAAAAAAHH!-grité yo con todas mis fuerzas.
-¡AAAAHHHHH!- grito el Pitufo Gigante.........con rabia.
-¿Qué dijiste?
-¿Qué dijiste?
-¡No me copies!
-¡No me!....okey!!
El Pitufo era inmensooo! Yo medía tan sólo un metro cincuenta y él medía como un kilómetro.......se podría decir que era más pequeño que eso, no soy muy buena en eso de medidas de longitud, hasta se podría decir que ni en matemáticas soy buena. Pero si en Lengua.
-¿Quién eres tú?- le dije con mucha intriga.
-Mi nombre es Burroberto y soy un Pitufo Gigante...con rabia.
-Ya me di cuenta, ¿en qué estaba pensando tu madre cuando te puso ese nombre tan feo?
-Nunca entendí a mi madre, así que... me la comí. Y no a todos les ponen nombres feos. Aparte todos los demás Pitufos son como de tu tamaño menos yo. Soy enorme, ¿no crees?
-Si ya me di cuenta. Yo te habría puesto de nombre.....Stuart.
-Ese es nombre de niña.
-No, no lo es.
-......aún sigo pensando que es de niña.- y así nos quedamos hablando de cosas bobas y viendo que nombre le gustaba. El único nombre que le parecía más o menos bueno era Barroberto. Me preguntó si no tenía hambre y que si no quería ir al pueblo a comer chocolate. Tenía miedo pero lo del chocolate era tentador. Fui con él al pueblo, ya no estaba tan furioso y entré a una pequeña cabaña que estaba llena de chocolates.
-¿No entras?- le pregunté.
-¿Bromeas? Por eso dice "PEQUEÑA Cabaña de Chocolates".
-Okey, okey.
-¿Quién eres tú?- le dije con mucha intriga.
-Mi nombre es Burroberto y soy un Pitufo Gigante...con rabia.
-Ya me di cuenta, ¿en qué estaba pensando tu madre cuando te puso ese nombre tan feo?
-Nunca entendí a mi madre, así que... me la comí. Y no a todos les ponen nombres feos. Aparte todos los demás Pitufos son como de tu tamaño menos yo. Soy enorme, ¿no crees?
-Si ya me di cuenta. Yo te habría puesto de nombre.....Stuart.
-Ese es nombre de niña.
-No, no lo es.
-......aún sigo pensando que es de niña.- y así nos quedamos hablando de cosas bobas y viendo que nombre le gustaba. El único nombre que le parecía más o menos bueno era Barroberto. Me preguntó si no tenía hambre y que si no quería ir al pueblo a comer chocolate. Tenía miedo pero lo del chocolate era tentador. Fui con él al pueblo, ya no estaba tan furioso y entré a una pequeña cabaña que estaba llena de chocolates.
-¿No entras?- le pregunté.
-¿Bromeas? Por eso dice "PEQUEÑA Cabaña de Chocolates".
-Okey, okey.
Comí todo el chocolate que tenía a mi alcance y de repente se prendió la tele. Miré un poco para ver de qué se trataba ese programa. Era Barbie y el casca...¿narices?...Qué loco era todo lo que estaba pasando!! Era feo, no tan sólo por ser de Barbie; si no porque cada muñequita que bailaba, el cascanarices le mordía la nariz y dejaba a las Barbies tiradas, y así con todas las muñequitas. Busqué rápido el control remoto y cambié de canal. Era una propaganda...con muchas personas gordas usando buzos.
-"Sí, sí, síiii. Compre sus nuevos buzos GAP. Gordo... afloje con los postres y baje de peso, pero mucho más rapi...
-"Sí, sí, síiii. Compre sus nuevos buzos GAP. Gordo... afloje con los postres y baje de peso, pero mucho más rapi...
¿Qué es ésto?-Leía del comercial raro que había y apagué la tele. Di un respiro y me di la vuelta hacia la puerta. Al lado de ella, había un espejo. Yo quería saber si tenía la boca manchada con chocolate. Me miré en el espejo y no tenía nada en la cara. Di un paso más y algo me sonaba raro, me miré otra vez reflejada y tenía puesto un buzo de GAP. Luego miré a todos lados y por la vidriera vi pitufos gordos usando buzos de GAP.
-¿Qué está pasando?-grité.
-Vamos....como te llames, es magia negra que está transformando todo.
-Me llamo Pamela, y ¿cómo sabes todo eso?
-Te impresionarías al saber cuánto sé. ¡Corré!
-¿Qué está pasando?-grité.
-Vamos....como te llames, es magia negra que está transformando todo.
-Me llamo Pamela, y ¿cómo sabes todo eso?
-Te impresionarías al saber cuánto sé. ¡Corré!
Corrimos hacia la playa. Al saber que estábamos a salvo me senté en la arena y comencé a pensar: "¿En dónde estoy?, "¿Qué está pasando?, "¿y en qué estaba pensando su madre cuando le puso ese nombre?". Pero lo único que sabía, era que estaba en una playa, con un Pitufo Gigante....con rabia, en un pueblo chocolatesco con magia negra y canales feos de televisión, y todo eso es igual a RARO.
Pero luego empecé a cerrar los ojos y me dormí. Había pasado otro día y Burroberto estaba cocinando tostadas.
-¿Con dulce de leche o sin?-Preguntó
-¿Que?¿que pas..o?
-Te dormiste.....y las tostadas se enfrían así que rápido ¿con o sin?
-Sin, por favor.- y comí las tostadas llenas de arena, pero estaban ricas. Después fui a jugar al tenis con unos amigos de Burroberto y comimos panquesitos. Leímos unas revistas llamadas"TKPITUFO", que por cierto estaban buenas porque decían como debía hacer una pitufa cuando estaba el chico que le gustaba. Eso me hizo acordarme de Mati, lo estaba empezando a extrañar demasiado y obviamente quería volver a verlo.
-¿Con dulce de leche o sin?-Preguntó
-¿Que?¿que pas..o?
-Te dormiste.....y las tostadas se enfrían así que rápido ¿con o sin?
-Sin, por favor.- y comí las tostadas llenas de arena, pero estaban ricas. Después fui a jugar al tenis con unos amigos de Burroberto y comimos panquesitos. Leímos unas revistas llamadas"TKPITUFO", que por cierto estaban buenas porque decían como debía hacer una pitufa cuando estaba el chico que le gustaba. Eso me hizo acordarme de Mati, lo estaba empezando a extrañar demasiado y obviamente quería volver a verlo.
Pero de pronto, detrás de unos árboles apareció otro pitufo raro, no era como los demás pitufos. Era igual a Mati, sólo que con la piel color celeste medio azulado. Tenía sus mismos ojos color café y su pelo castaño claro, y su sonrisa. Claro que era de mi edad, los otros tenían como 15 años igual que Burroberto, pero este era de mi mismo tamaño y me sorprendí al verlo.
-¿Pamela?¿Sos vos?- dijo este
-Si, pero ¿cómo sabes mi nombre?
-Pame soy yo ¡Mati!
¿Matías? eh ¿Matías López? ¿Sos vos?
-¡Si! ¡Ay Pamela no sabes lo que me pasó!! estaba yendo para tu casa para darte un collar que te compré, pero que nunca me animé a darte. Pero después caminé y algo me succionó dentro de una baldosa hasta....donde sea que estemos ahora..
-Pitufolandia- interrumpió Burroberto- Pitufolandia es el lugar más conocido de todo el mundo Traga Papeles. ¡Ah! y perdoná por no decírtelo antes Pamela.
-No importa-dije yo todavía pensado en lo del collar- ¿Un collar? ¿Para mí?
-Si Pame, para vos.- Y parecido una película romántica me puso el collar, que tenía una letra P grabada en oro y una M. Lo primero que pensé fue que la P, era de mi nombre y finalmente la M, de Matías. Le dije que le agradecía por el lindo regalo que me había hecho y lo abracé. Después me preguntó si yo sabía cómo salir de Pitufolandia y le dije que no tenía la menor idea. Entonces, Burroberto y su pandilla de amigos nos dijeron que había una salida arriba de un monte pequeño.
-¿Es aquel monte pequeño de allá?¿El que se ve a lo lejos?-dijo Matías.
-No, es el otro.-dijo Burroberto.
-Entonces es ese más alto que se ve.
-No, es el otro.
-Eso......no es un monte pequeño. ¡Parece el Monte Everest!
-Te sorprenderías al saber cuan alto son los montes aquí. Vamos, tengo una manera rápida de llegar- y caminamos hacia al aeropuerto.
-Pero.....pero.......pero es...eso no es....-dijo Mati
-¡Caminá! Así no vamos a llegar a salir y nos vamos a quedar con los pitufos.........y que olvidé mencionar que tienen rabia.
-Ra...ra....¿rabia? que..- y fuimos rumbo al gran aeropuerto central. En Pitufolandia se pagaba con fichas de ajedrez y cada una de ellas tenía un valor de 100 pesos. Era raro todo lo que estaba pasando, pero ya me estaba acostumbrando. Cuando entramos al avión, que tenía forma de una cuchara, empecé a sentirme mareada y con dolor de cabeza. Se me tapaban las orejas y usé como 3 cajitas de pañuelitos porque todo el moco me bajaba por la nariz. Tuve más suerte que el pobre Matías. Le daban náuseas las alturas y se pasó más tiempo en el baño que mi tío Hernán cuando se comió esa torta de barro. El aterrizaje no fue muy placentero, la cuchara se enterró en algo que parecía helado. Por cierto, todo estaba muy frío y blanco así que debía ser helado de crema. Burroberto, que tenía hambre, se llevó un poco de helado.
-¿Pamela?¿Sos vos?- dijo este
-Si, pero ¿cómo sabes mi nombre?
-Pame soy yo ¡Mati!
¿Matías? eh ¿Matías López? ¿Sos vos?
-¡Si! ¡Ay Pamela no sabes lo que me pasó!! estaba yendo para tu casa para darte un collar que te compré, pero que nunca me animé a darte. Pero después caminé y algo me succionó dentro de una baldosa hasta....donde sea que estemos ahora..
-Pitufolandia- interrumpió Burroberto- Pitufolandia es el lugar más conocido de todo el mundo Traga Papeles. ¡Ah! y perdoná por no decírtelo antes Pamela.
-No importa-dije yo todavía pensado en lo del collar- ¿Un collar? ¿Para mí?
-Si Pame, para vos.- Y parecido una película romántica me puso el collar, que tenía una letra P grabada en oro y una M. Lo primero que pensé fue que la P, era de mi nombre y finalmente la M, de Matías. Le dije que le agradecía por el lindo regalo que me había hecho y lo abracé. Después me preguntó si yo sabía cómo salir de Pitufolandia y le dije que no tenía la menor idea. Entonces, Burroberto y su pandilla de amigos nos dijeron que había una salida arriba de un monte pequeño.
-¿Es aquel monte pequeño de allá?¿El que se ve a lo lejos?-dijo Matías.
-No, es el otro.-dijo Burroberto.
-Entonces es ese más alto que se ve.
-No, es el otro.
-Eso......no es un monte pequeño. ¡Parece el Monte Everest!
-Te sorprenderías al saber cuan alto son los montes aquí. Vamos, tengo una manera rápida de llegar- y caminamos hacia al aeropuerto.
-Pero.....pero.......pero es...eso no es....-dijo Mati
-¡Caminá! Así no vamos a llegar a salir y nos vamos a quedar con los pitufos.........y que olvidé mencionar que tienen rabia.
-Ra...ra....¿rabia? que..- y fuimos rumbo al gran aeropuerto central. En Pitufolandia se pagaba con fichas de ajedrez y cada una de ellas tenía un valor de 100 pesos. Era raro todo lo que estaba pasando, pero ya me estaba acostumbrando. Cuando entramos al avión, que tenía forma de una cuchara, empecé a sentirme mareada y con dolor de cabeza. Se me tapaban las orejas y usé como 3 cajitas de pañuelitos porque todo el moco me bajaba por la nariz. Tuve más suerte que el pobre Matías. Le daban náuseas las alturas y se pasó más tiempo en el baño que mi tío Hernán cuando se comió esa torta de barro. El aterrizaje no fue muy placentero, la cuchara se enterró en algo que parecía helado. Por cierto, todo estaba muy frío y blanco así que debía ser helado de crema. Burroberto, que tenía hambre, se llevó un poco de helado.
Estábamos en la cima del monte y había una puerta negra igual a la que había visto en el cuarto blanco. Burroberto, que estaba sosteniendo el helado nos abrió la puerta. No se podía distinguir lo que había pasando la puerta, pero nos despedimos de Burroberto y los amigos de él y entramos .
Entramos al cuarto blanco de ahí, fuimos succionados otra vez hasta llegar de un salto encima de la baldosa. Con Mati nos reímos de eso y nunca volvimos a hablar del tema. Nunca iba a olvidar ese día y a Burroberto, nunca iba a volver a pisar esa baldosa y para que no pasara otra cosa rara:
-¡Papáaaaaaa! ¡Hace falta pegar esta baldosa que se salió!
Entramos al cuarto blanco de ahí, fuimos succionados otra vez hasta llegar de un salto encima de la baldosa. Con Mati nos reímos de eso y nunca volvimos a hablar del tema. Nunca iba a olvidar ese día y a Burroberto, nunca iba a volver a pisar esa baldosa y para que no pasara otra cosa rara:
-¡Papáaaaaaa! ¡Hace falta pegar esta baldosa que se salió!
FIN!
Paz, espero que te guste! Flopy
Paz, espero que te guste! Flopy
Florcita, mandame una foto tuya. Cada vez que te quiero sacar, te tapás la carita!!! Aquí estás con Valen Nogueira, nuestra tallerista!!
Besossssssssssss Paz
Me encantó!!!!!!!!!!!!!!1Qué imaginación!!
ResponderEliminarjajajaja
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